El viernes 6 de noviembre, en Río Cuarto, contábamos el decimoquinto femicidio del año en la provincia de Córdoba. Lara fue asesinada por su ex novio, Ariel Torres, de un balazo en la cabeza. El 75% de los femicidios ocurren en el interior de la provincia.
En Argentina ocurre un femicidio cada 39 hs, según datos del Observatorio Mumala. Cada 39 horas un femicida nos roba una piba. Desde organizaciones sociales y feministas pedimos #NiUnaMenos porque Vivas nos queremos y Justicia por Lara, Monica Ordoñez, Norita Dalmasso y todas las que nos faltan.
El poder judicial parece desconocer la capacitación obligatoria en Ley Micaela: El 50% de los fallos judiciales reproducen estereotipos de género, según una investigación realizada en Córdoba. Los varones nos siguen matando porque pueden, dice Mabel Grillo, Doctora en Antropología y Licenciada en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Pueden porque la justicia y la sociedad completa lo permite: el asesinato a las mujeres es consecuencia no buscada pero lograda de las instituciones y personas que tienen el control y posibilitan el asesinato, explica Grillo en Matar a las mujeres.
¿Qué hacemos frente a esto? Organización feminista, mamilas. Arranquemos por diferenciar algunos conceptos claves porque la información es poder, y con ella podemos disputar los sentidos simplistas que circulan por ahí (léase: el tratamiento de medios tradicionales sin perspectiva de género de la ciudad).
¿Femicidio, transfemicidio y feminicidio son lo mismo? No, pero casi. Son primos hermanos. El femicidio es la forma extrema de violencia, la punta del “iceberg de las violencias”. Hace referencia a la muerte violenta de una mujer cometida por un varón por el solo hecho de ser mujer. El transfemicidio es el asesinato de una persona transgénero o transexual y travesti por razón de su identidad de género.

Bien. Hay varones cis asesinos. ¿Y el Estado? Decimos que el estado es feminicida. El feminicidio a diferencia de los anteriores, se caracteriza por la omisión e impunidad. Comprende el conjunto de delitos de lesa humanidad que reúnen crímenes, secuestros, desapariciones de mujeres, niñas y disidencias en donde la responsabilidad recae en el estado. El estado es responsable por no haber garantizado los derechos y por no haber generado políticas públicas para evitar el crimen. La evidencia de esto es la alta proporción de mujeres asesinadas que por ejemplo, a pesar de las denuncias que habían realizado, contaban con medidas de restricción ineficaces.
En resumen, Ariel Torres es el femicida porque el Estado (municipal, provincial y nacional) es feminicida.
Femicidios en números
Torres no es el único femicida. En lo que va del año 2021, 189 niñas, niños y adolescentes se quedaron sin madre, dos de esxs niñxs son hijes de Lara. Hablamos de una guerra contra nosotras/es pero también contra las infancias.
No es el único porque, según Mumala, el 66% de los femicidios fueron cometidos por la pareja o la ex pareja de la víctima.
No es el único porque además, el 25% de las víctimas fueron asesinadas con armas de fuego. El 34% de los femicidios fueron cometidos con armas blancas.
Prestemos atención a otros datos:
En Córdoba, 3 de los 15 femicidios fueron cometidos por agentes de las fuerzas de seguridad, a nivel nacional la yuta forma parte del 10% de los femicidas.
En Argentina, el 22% de las víctimas habían denunciado a su agresor previamente, de las cuales el 59% tenía orden de restricción de contacto o perimetral y el 8% contaba con botón antipánico.
Los números son claros. Lara es una más del montón que muere en manos de un varón. Pero en la TV seguimos viendo esfuerzos por mostrar a su familia y amigues llorando, aun contra sus voluntades. ¿Qué puede decir una madre, en medio de tanto dolor, a dos días de perder a su hija? Desde los medios de comunicación es necesario buscar nuevas narrativas para comunicar la violencia de género porque la imagen de la familia llorando vende, pero es poco efectiva para comunicar los femicidios como problemática social, con todas sus complejidades.

Un testimonio interesante es el de organizaciones sociales, por ejemplo. Los feminismos exigimos Emergencia Nacional #NiUnaMenos, un plan de acción que contempla destinar más recursos para el abordaje integral de las violencias de género que exceda la perspectiva de la seguridad, entre otras cosas.
Actualmente el proyecto de ley fue presentado nuevamente en febrero del 2021, pero aún no fue tratado en los recintos. Evelyn Pera, integrante de MuMala Rio Cuarto explica: “El proyecto está encajonado y no parece que haya voluntad de ningún gobierno, de ningún partido con personal o capacidad de presentarlo en alguno de los congresos y de tratarlo”.
Necesitamos trabajar en la prevención, acompañamiento e intervención pero también necesitamos estrategias para abordar a los varones, sanos hijos del patriarcado. Las instituciones educan a los varones para violar y asesinar (y hasta inmolarse cual terroristas, 2 de los 15 femicidas de la provincia se suicidaron luego del crimen). Pero cuando las papas arden nadie quiere hacerse cargo del fardo. Hace unos días les candidatos cerraban las campaña legislativas, ningunx cordobés hizo mención del femicidio de Lara. #Memoria, señores y señoras, también es con nosotras y las ciudadanas que ya no están.
La violencia como dispositivo
Los varones responden a un mandato de masculinidad única. Rita Segato, antropologa feminista y argentina, explica que la masculinidad está disponible para la crueldad, porque la socialización y entrenamiento para la vida (que deberá cargar el fardo de la virilidad) los obliga a desarrollar una afinidad significativa entre masculinidad y guerra, entre masculinidad y crueldad, entre masculinidad y distanciamiento, entre masculinidad y baja empatía.

La violencia es estructural. Segato habla de la pedagogía de la crueldad como característica de nuestras sociedades, donde la violencia está naturalizada, legitimada y donde las cosas valen más que la vida, los cuerpos o los vínculos.
El femicidio entonces es una expresión de crueldad. Pero también funciona como un dispositivo de control. ¿Qué aprendimos desde pequeñas? “No salgas de noche, es peligroso”.
El miedo se inscribe en nuestros cuerpos y subjetividades. La antropola argenta, en entrevista con el periodista Reynaldo Sietecase dice: “La violencia contra las mujeres es un síntoma del momento del mundo, no es solamente una relación entre hombres y mujeres, es un contexto que tiene que ver también con lo económico y lo político. Estamos en una época de dueñidad , donde existen figuras que son dueñas de la vida y la muerte; eso irrumpe en el inconsciente colectivo como un síntoma, en la manera en la que los hombres que obedecen a un mandato de masculinidad, de potencia, prueban su potencia mediante el cuerpo de las mujeres”.
Le preguntamos a Evelyn (MuMala Río Cuarto) qué mecanismos faltan aceitar para acompañar a las víctimas que denuncian violencia de género en la ciudad: “Venimos reclamando hace tiempo por la falta de personal a la hora de atender las llamadas del 144 y también la falta de capacitación y predisposición del personal, de la fuerza de policía en cuestión de materia de género y resolución de problemas”. Además, agrega que la Educación Sexual Integral sigue siendo una herramienta clara y eficaz para reconocer violencias, abusos, tanto en un comportamiento ajeno como propio: “Pero lleva 15 años sin ser implementada correctamente en la mayoría de las instituciones”.

Fotos: Fermín Boloqui y Camila Petenatti