La Poderosa es una organización social con asambleas territoriales en 12 países de América Latina. En Río Cuarto, hablamos con Cintia Avila, cocinera del barrio Alberdi, donde las compañeras cocineras comunitarias brindan contención y ayuda alimentaria a 75 familias.
Estamos paradas entre cientos de rosquitas. Las cocineras son muy amables con nosotras pero no pueden parar de cocinar, en un rato llegan las familias a buscar la merienda.
– ¿Qué hay para merendar hoy?
-Rosquitas.
-Uhhh, ¡yo le pedí al señor que haya rosquitas! – Dice un niño, juntando las manitos y mirando al cielo. Las pibas ya lo conocen, él siempre llega con su picardía a hacerlas reír.
Después de un mes vuelven a cocinar rosquitas. Estaban racionando el azúcar porque era insuficiente para toda la comida que tienen que cocinar a diario. Las cocineras del comedor y merendero “Ollas poderosas” en barrio Alberdi alimentan a 75 familias por semana.
-¿El Estado local está brindado los recursos?
-Hoy estamos inscriptas en seguridad alimentaria de Promoción Social y nos garantiza un 60% del comedor y un 50% de merienda. Todo lo demás es autogestionado. El Estado baja una mínima cantidad de azúcar, que no alcanza. Tampoco la grasa o la leche. Pero además, desde que llega el insumo a la vereda hasta que se entrega la vianda cocinada y se deja el espacio limpio, hay un trabajo muy grande de las compañeras y es eso lo que no se está reconociendo.
La Poderosa es un movimiento latinoamericano que nació en el corazón de las villas de Buenos Aires, hace más de 15 años, y que hoy articula 120 asambleas territoriales en 12 países de América Latina.
En Río Cuarto comenzaron a trabajar en el 2018 con talleres de educación popular. Y a partir del 2019 se abrió un espacio de fútbol para las infancias: “este espacio surge porque veíamos que hay muchas infancias en el barrio pero no hay espacios verdes, ni recreación ni mucho menos de cultura o deporte” dice Cintia, cocinera del barrio.
La pandemia por Covid19 profundizó las desigualdades sociales y se vieron en la obligación de abrir un espacio alimentario: “no lo celebramos en ninguna de nuestras asambleas pero lo defendemos y luchamos porque entendemos que es la única manera que nuestros vecinos y vecinas tengan al menos un plato de comida asegurada” explican. En tres años y medio nunca cerró ni el comedor ni el merendero.
(Cintia Avila, cocinera de la Poderosa en Río Cuarto)
Las cocineras llegan al Congreso
La Poderosa presentó este año un proyecto de ley de reconocimiento salarial para las cocineras comunitarias, las que hacen posible que en las mesas de todo el país no falte un plato de comida. La iniciativa, que beneficiaría a unas 135.000 personas en todo el país, contempla un ingreso equivalente al Salario Mínimo, Vital y Móvil, vacaciones, jubilación y seguridad social.
La iniciativa pretende el reconocimiento, por parte del Estado, del trabajo que hacen mujeres y diversidades en los barrios. “Las cocineras vienen sosteniendo ollas hace más de 40 años sin ningún tipo de reconocimiento, en condiciones que ponen en riesgo hasta su vida” dice Cintia.
Según datos del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, 10 millones de personas necesitan algún tipo de ayuda alimentaria en Argentina. El 80% de quienes sostienen las ollas y merenderos comunitarios son mujeres y disidencias.
A esta altura de la charla ya circula el mate, y como era de esperarse, probamos las rosquitas más ricas que comimos en el último tiempo. De una pared, arriba de Elba que frita sin parar, cuelga la bandera de Ramona.
Ramona fue una referente de La Poderosa que falleció por coronavirus después de contagiarse mientras participaba en actividades comunitarias y luego de denunciar la falta de agua potable en su barrio.
Como Ramona, las compañeras cocineras ponen en riesgo sus vidas para ayudar a sus vecinxs: “Ahora tenemos ese quemador, y hay uno que pierde gas. Lanzamos bonos para poder comprar el repuesto porque todo se va deteriorando y todo se hace a pulmón” nos cuentan, hablando del quemador que posibilita la merienda. Las condiciones infraestructurales son precarias y esa precariedad se extiende al resto de la vida porque las mujeres no cuentan con salarios dignos, vacaciones, seguridad social o acceso digno a la salud.
–¿Cuántas horas le dedican a las tareas de cuidado?
-Le dedicamos alrededor de seis horas al trabajo comunitario de comedor y merendero. También las horas dedicadas al día de la niñez, jornadas o eventos de formación, eso demanda más tiempo. La mayoría de las compañeras también son jefas de sus hogares y tienen hijos entonces es también ir acomodándose en función de eso
Las pibas de La Poderosa se reconocen feministas villeras: “Somos trabajadoras de la triple jornada laboral. Porque hacemos las tareas de cuidado en las casas, una changa que podemos tener por fuera y el trabajo comunitario. Ahora lo que le demandamos al Estado es justamente ese reconocimiento salarial para las cocineras comunitarias”.
Las cocineras son la primera línea de asistencia para vecinos y vecinas del barrio. “Acá el Estado no llega, y si llega, es muy insuficiente o un parche directamente” dice Cintia. Son ellas las que garantizan la alimentación, pero también las que se organizan para contener las situaciones de violencia de género o consumo problemático de las juventudes en el barrio.
El cuidado como trinchera
Podemos entender el cuidado en dos sentidos: Quienes cuidan y quienes tienen derecho a ser cuidadxs (todes, de diferente manera según la etapa o situación de la vida). Con la llegada de la modernidad, del capitalismo feroz y de la división sexual del trabajo las tareas de cuidado no solo se feminizaron sino que también se concentraron en una sola persona. Pero en el pasado, el cuidado era una tarea comunitaria.
-¿Qué es el cuidado para ustedes?
Creo que el cuidado es comunitario o no es. Es una inmensa red de compañeras y compañeros que le hacemos frente a lo que nos golpea generando dispositivos comunitarios para sobrevivir. Las experiencias nos llevan a definirlo así: desde no saber dónde ubicar a mi hijo, siempre se ofrece alguna compañera para que lo vaya a buscar a la escuela o lo cuide, si alguna compañera tiene una hija enferma se hacen actividades económicas para cubrir los gastos, si no hay trabajo vemos como hacer, si una compañera está mal se utiliza el espacio del merendero para armar una ronda de diálogo y contención. Entendemos que no tenemos quien nos cuide mas que nosotras mismas.
–Hablabas del proyecto de ley que lo escribieron las mismas cocineras, ¿Cómo fue esa experiencia?
-Fue una locura. Cuando se planteó la necesidad urgente de presentarlo dijimos ¿como? porque ninguna de nosotras éramos politólogas ni mucho menos, éramos vecinos y vecinas cocineras. Fuimos encontrando aliadas en el camino, personas que nos ayudaron y orientaron. Fue una lucha también, poder apropiarnos de esos espacios: ahora el congreso nos pertenece. Lo presentamos mediante la diputada Natalia Saracho, que es una diputada cartonera, que nadie mejor que ella nos representa.
¿Cuál es la propuesta del proyecto de ley de reconocimiento salarial a las cocineras comunitarias? La creación del Programa Nacional de Trabajadoras y Trabajadores de Comedores Comunitarios que consiste en reconocer y otorgar un Salario Mínimo, Vital y Móvil a quienes desempeñen un rol como trabajadora o trabajador en comedores y/o merenderos populares. Conocé más sobre el proyecto acá https://lapoderosa.org.ar/2023/06/proyecto-de-ley-cocineras-puntos-claves/
La aprobación de la ley es urgente en un contexto donde hay 40% de personas en situación de pobreza y 2,4 millones de personas en situación de indigencia. El trabajo de las cocineras comunitarias es indispensable para garantizar el acceso y el derecho a la alimentación.
Además, no es posible la prevención y erradicación de las violencias de género si las condiciones mínimas de supervivencia no son garantizadas para las compañeras cocineras.
¡No hay NiUnaMenos sin salarios para las que paran la olla!
Hacé circular la información.