A partir del reciente caso del futbolista Santiago “Morro” García, paramos la pelota y nos pusimos a pensar sobre el suicidio en el fútbol. Pero ojo, no podemos pensarlo sin hablar de género. Charlamos con la psicóloga Alejandra Rossi, especialista en suicidios, para repensar la importancia de la salud mental en el deporte y en nosotros mismos, como hombres.
A fines de diciembre de 2018, con los días contados para el comienzo de un nuevo año, vi una entrevista que el programa Líbero, de TyC Sports, le realizó a Santiago “Morro” García. El delantero era figura en Godoy Cruz de Mendoza, y se sometió a un profundo ping pong de preguntas que abarcaban no solo su carrera deportiva, sino también su vida personal.
Recuerdo que vi los quince minutos que duraba y al final me quedé con una sensación fea. Notaba a corazón abierto a una de las estrellas del fútbol argentino muy lejos de ese sentimiento. Parecía que no disfrutaba ser el “Morro” García. Con los hechos conocidos, es más estremecedor aún escuchar la primera línea que el periodista le dice al inicio de la nota:
–“Yo no puedo creer que el ‘Morro’, justamente el ‘Morro’, esté asustado por una entrevista. A vos no te asusta nada”.
– “¿Qué no?”, contestó el “Morro”.
Hace un par de sábados, el mundo del fútbol se conmocionó con la noticia del fallecimiento de Santiago “Morro” García, a causa de un suicidio. Apenas me enteré, me shockeó como a cualquiera, pero automáticamente me remonté a aquella entrevista y a aquella sensación de soledad que me había dejado el “Morro” años atrás. En esa nota, el uruguayo habló sobre las veces que estuvo cerca de quitarse la vida en el pasado. El éxito, los flashes, los goles espectaculares que el nueve del “tomba” marcaba domingo tras domingo eran la cubierta de un libro que contaba con más páginas en su historia.

En estos días, el debate se instaló entre si alguien o algo hubiese podido evitarlo, o no. Lo cierto es que el suicidio se debe entender dentro de un contexto amplio y no se puede achacar el suceso a hechos específicos. Dentro del ambiente del fútbol, inclusive, tenemos otros casos reconocidos.
Martín Saric es el hermano de Mirko, el futbolista de San Lorenzo que se suicidó en abril de 2000. Martín ha contado en reiteradas entrevistas que su hermano dio señales debido a estar atravesando una situación difícil a nivel personal, pero que más que palabras por lo bajo, no hubo una clara asistencia de parte del club. Otro famoso caso fue el del arquero alemán Robert Enke, quien se preparaba para atajar con su selección en el Mundial de Sudáfrica 2010. En la cúspide de su carrera, pero con una dura historia de vida familiar -su hija falleció a los 2 años debido a una enfermedad de nacimiento-, tratamientos antidepresivos anteriores y una supuesta mejora, Enke se arrojó a las vías del tren en noviembre de 2009.
De todas maneras, tomar casos aislados es, precisamente, descontextualizar el hecho. Podemos recordar cientos de casos de suicidios en futbolistas, pero como los de cualquier persona, se deben considerar junto a aspectos de su propia vida. Varios futbolistas hicieron públicos sus casos. Andrés Iniesta, quien era el centro de los flashes por su gol en la final del mundo en 2010, pasaba una profunda depresión por la muerte de su colega Dani Jarque, defensor del Espanyol de Barcelona. El acompañamiento desde la salud mental, en el caso del catalán, fue clave para superar esa etapa.
“No somos robots, nos pasan cosas”
La frase corresponde a una entrevista realizada al “Morro” García en 2019. El delantero uruguayo fue el máximo goleador en la historia de Godoy Cruz de Mendoza y el club retiró el número de su camiseta luego de su fallecimiento. Además, el “Morro” era una de las figuras carismáticas de nuestro fútbol. Un personaje con el que cualquier hincha empatizaba. Los últimos meses de su relación con el equipo “tombino” fueron difíciles, ya que estaba apartado del grupo sin entrenar y con el futuro de su carrera incierto.
Este factor fue el apuntado desde los medios de comunicación como una posible razón de la decisión tomada por el “Morro”. Desde Pícara hablamos con la Licenciada en Psicología, Alejandra Rossi (MP: 1517), quien es especialista en suicidios. Actualmente es coordinadora del Programa Provincial de Prevención del Suicidio y directora de “Casa del Joven”. Le consultamos a la especialista cómo podemos abordar un caso como el del “Morro”, inundado por la fama del fútbol argentino y la atención mediática constante.
“Siempre partimos de la idea de que el suicidio es la acción más personal que puede tomar una persona, porque está decidiendo con lo único que le es propio. El dinero, la fama, los autos, todo lo material e inclusive los afectos pueden ir y venir, en cambio la vida no. Cuando alguien empieza a especular con terminar con su propia vida estamos ante un fenómeno serio”, advierte la psicóloga y agrega: “Reducir al deporte o a un ámbito en particular es, valga la redundancia, reducir un fenómeno a una causa que no se puede generalizar. Hay que ver la conducta suicida dentro de un contexto más amplio en el que se suman muchas causas a una historia de vida singular”.
Con esto podemos destacar que cualquier tratamiento superfluo del caso del “Morro” es insuficiente. Y probablemente, no lleguemos nunca a saber más. Lo importante es entender que eso no es lo importante. El caso del delantero uruguayo tiene muchas aristas: su mal presente laboral, su pésima relación con la dirigencia del “tomba” o el alejamiento de su familia. Sin embargo, no podremos dilucidar cuál fue aquella gota que colmó el vaso.
Allí es donde surge la pregunta: ¿Se puede evitar que el vaso se llene? Sí, claro que se puede. Pero deberemos entender otras variables que juegan en este tema. Salgamos un poco del ámbito futbolístico y veamos el panorama un poco más amplio. La tasa de suicidios entre hombres es tres veces más alta que entre mujeres a nivel mundial. Esto marca que el fenómeno es predominantemente una cosa de varones. En nuestro país, 8 de cada 10 suicidios corresponden a hombres.
Esto va marcando algunas pautas. La licenciada Rossi añade otra mirada a este punto: “Si analizamos la variable de género, el hombre utiliza métodos más violentos y las mujeres utilizan otros de menor letalidad. Por eso muchas veces queda en el intento”. Estos datos son los que nos permiten establecer un punto en común y muy importante para abordar este tema: el género.
“Los hombres no lloran”
¿Cuántas veces nosotros, varones, escuchamos esa frase? O cualquiera de sus derivados. Esas frases que nos indicaban que expresar nuestras emociones, sentimientos o llorar en público, estaba mal. O, más explícito aún, que “era de nena”. Feminizar y cargar negativamente un acto humano para que se inmiscuya en una fachada que, por dentro, nos destruye.
“El hombre es más reservado, más introvertido, se dice que lleva las procesiones por dentro”, marca la licenciada Rossi y compara con la mujer: “En cambio, las mujeres tienen más posibilidades de comentar lo que les pasa a seres cercanos”. La profesional encuentra el básico hecho de hablar de lo que nos pasa como una clave para evitar caer en los fantasmas personales: “En esto de hacerle saber a otro cuando se tiene un padecimiento, muchas veces se encuentra una ayuda, un consejo, una referencia. También en relación a la salud mental, las mujeres consultan más fácilmente a los psicólogos, y el hombre tiene más reticencia”.
Hablar sobre lo que nos pasa, siendo varones, siempre fue puesto en tensión desde algún punto y eso explica las estadísticas. Nos enseñaron que estaba prohibido mostrarnos débiles o vulnerables. Desde pequeñas cosas, como pedir un helado de frutilla y limón -en vez de uno de chocolate y triple dulce de leche, porque los otros eran “sabores de nena”-, hasta el llanto, la angustia, la tristeza más profunda pero ocultable hacia los demás.
La psicóloga especialista en suicidios, volvió a referirse al caso del “Morro”: “Se habla de que tenía vínculos personales cercanos y el cariño de la gente. Hay que ver que en la vida de las personas puede haber factores protectores de lo que las personas se agarran para mantenerse”. Esto nos dice claramente: ninguno de nosotros puede salvarse solo. Somos seres sociales, sentimos y pensamos con otros.
Y si pensamos y sentimos con otros, también debemos actuar juntos. Casos como el del “Morro”, que nos estremecen por ser fanáticos del fútbol o por simple empatía, deben no solo hacer que nos lamentemos, sino que repensemos nuestras prácticas. Nosotros, varones, podemos y debemos hablar de lo que nos pasa. Construirnos desde la óptica del aprecio, el cuidado mutuo, el respeto y el sentir. Romper con esa coraza emocional a la que nos acostumbró una sociedad machista y patriarcal. Ayer nos enseñaron que los hombres no lloran, pero hoy es nuestro turno de llorar.

Con la salud mental no se jode
El fútbol, así como muchos otros ámbitos, está repleto de toxicidades para lxs protagonistas. A veces las estrellas quedan plasmadas en las tapas, algunos lunes como héroes y otros como villanos, pero todos formamos parte del juego: clubes, jugadorxs, hinchas y medios de comunicación.
En primera instancia, retomemos a los clubes como parte fundamental del desarrollo físico, mental y profesional de los futbolistas. La licenciada Rossi comenta sobre lo fundamental que es el acompañamiento psicológico interno: “Es necesario que las instituciones cuenten dentro del plantel, con un psicólogo especialista en deporte, previendo que no va a trabajar solamente sobre las competencias o la ayuda al mejor desempeño, sino que estará ahí como un agente de contención para los deportistas, que como cualquier ser humano pueda transmitirle sus miedos e inquietudes”.
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En cuanto al ambiente competitivo extremo que se respira en el fútbol profesional, la psicóloga resaltó: “Dos actores de riesgo muy relacionados a la conducta suicida son la intolerancia al fracaso y la intolerancia a la frustración. Uno tiene aspiraciones en cualquier medio y quizás no puede lidiar con que las cosas no siempre pueden salir bien. Es clave si el deportista puede estar acompañado en esos traspiés”. La disciplina desarrolló un aspecto particular en cuanto a lo que ahora es la psicología del deporte, y son pocos los clubes que hoy cuentan con un área estable en sus instituciones.
Los medios no podemos hacer oídos sordos en términos de lo que contribuimos para que el ambiente del fútbol se “espectacularice”. Según el periodista y sociólogo Pablo Alabarces (2006): “El fútbol es uno de los géneros, el más exitoso, de la máquina cultural que es la televisión. El deporte es la principal mercancía massmediática y el género de mayor facturación de la industria cultural”. El fútbol en la actualidad es mucho más que simplemente fútbol. Es previa, post, vestuario, oficina, reclamo, arreglos, negociaciones, dopings. De hecho, el “Morro” García fue el primer caso positivo de doping del fútbol uruguayo, hecho que negó y que lo llevó a una depresión en 2011, ya jugando en el Paranaense de Brasil. La televisión se encargó de que no sólo veamos todos los ángulos de un gol, sino de que también conozcamos todas las historias que circulan alrededor de la pelota como eje.
Vivir bajo esas luces todo el tiempo es cotidiano para las figuras, jugadores y entrenadores reconocidos. Con los micrófonos encendidos, muchas veces se olvida que aquellos son también trabajadores que están realizando su trabajo, como cualquier otro, con muchos otros aspectos a debatir en otras discusiones. Representan un club y una identidad, pero siguen siendo personas. Hacia dentro, se trata también de rever la exigencia y el destrato que se encuentra a la hora del día y proporcionar las herramientas para la contención de los deportistas.El pasado fin de semana, los jugadores de Godoy Cruz homenajearon al “Morro” con una suelta de globos negros hacia el cielo en su primer partido como local en el torneo. Aquella entrevista termina de reproducirse y la sensación es la misma que al ver la escena de luto. ¿El fútbol? Una excusa para hablar de esto, de lo importante, de por qué a partir de ahora no podremos gritar más los goles del “Morro”.
INFORMACIÓN IMPORTANTE
Línea de prevención del suicidio en Argentina: (011) – 5275-1135. Se recomienda asistir al centro de salud más cercano.
Contacto en la provincia:
Instagram: prevenciondelsuicidiocba
Mail: prevenciondelsuicidio89@gmail.com
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